jueves, 9 de julio de 2009

El rumen es como un laboratorio de química. Ahí viven chorrocientas mil bacterias, levaduras y protozoarios (puro bicho microscópico). El animal no se enferma porque viven todos en equilibrio, y se convierten en socios y colaboradores en esta empresa de la supervivencia. En el estómago del rumiante los organismos microscópicos encuentran alimento, calorcito, oscuridad y protección. A cambio de hospedarlos en su panza, el rumiante aprovecha algunas habilidades de estos microbios, como son romper enlaces químicos de las hierbas, producir vitaminas, gases de fermentación y también proteínas microscópicas. Para decirlo más simple: el rumen se convierte en una fábrica mejoradora de alimentos. Una fábrica en la que metes casi basura alimenticia y consigues transformarla en proteína y energía de alta calidad.